jueves, 17 de septiembre de 2009

Robert Girón. Entre dos aguas.

William Blake

Sé que el cielo y el infierno existen
vuelo y habito entre ellos
entre la quietud y la rabia
entre la dulzura y el desespero
entre el retozo y el castigo
Hay una línea indivisible entre ellos
Delgada
pequeña
muy pequeña
¿Dónde soy más feliz?
Prefiero la fuga.


(Bar Metropolitan, Esq. Puente Yanes, Caracas, 17/09/09)

viernes, 11 de septiembre de 2009

Poema


El rostro de la muerte se lleva a los hombres

y despide algo en nosotros mismos

nos deja sin una parte y aunque sea ínfima

vemos cómo la huella de un pie

que alguien dejó a nuestro lado

o en nosotros mismos como un fuerte apretón

nos separa de ese rostro inerte

y sólo el recuerdo del timbre de la voz

nos separa de ese rostro inerte

y sólo el recuerdo del timbre de la voz

nos lleva a cuando la vida permitió un cruce

o un encontronazo o un simple toque silente.

Nadie nos dice de la maravilla de acceder

al mundo invisible

sólo algunos libros de sabios

cuyos vacíos bolsillos no convencen a nadie.


Ricardo Chitty

(Bar Moderno, La Candelaria, Caracas. 11/09/09)

Kenneth Rexroth. Las ventajas de aprender.


Soy un hombre sin ambiciones
Y con pocos amigos, totalmente incapaz
De ganarse la vida, que no
Rejuvenece, fugitivo de alguna condena.
Solitario, mal vestido, qué importa?
A medianoche me preparo una taza
De vino blanco caliente y semillas de cardamomo.
En una rasgada bata gris y vieja boina,
Me siento en el frío a escribir poemas,
A dibujar desnudos en los arrugados márgenes,
A copular con quinceañeras
Ninfómanas de mi imaginación.




EL TIEMPO ES UNA SERIE INCLUSIVA DIJO McTAGGART
5 poemas sobre este asunto

I

En sólo un minuto nos diremos adiós
Me iré conduciendo y te veré
Cruzar el bulevar en el espejo retrovisor
Quizás distingas mi cabeza
Perdiéndose en el tráfico
Y luego nunca jamás nos volveremos a ver
Esto ocurrirá en sólo un minuto

II

Calle Willow
Calle de hojas amargas
Tres generaciones de putas en las ventanas
Madre hija nieta
De quién eres la zorra
La zorra de nadie soy una zorra sola
Una negra zorra sola una triste zorra sola
Zorra triste así soy yo
La mejor cabeza de la calle Willow
Está muerta Helen muerta Dolores muerta
La calle Willow es sólo una isla
En un complejo de viviendas de diez pisos
La calle Willow desapareció junto con
La calle de los chicos malos la calle de las chicas malas
La calle donde el corazón descansa
Dejarán al menos un pequeño corredor
Para ponerle mi nombre

III

Hablar en una habitación oscura
Vuelan pájaros hacia el nublado espejo
Y nunca regresan
El espejo se desgasta

IV

Durante mucho tiempo
He estado siguiendo una negra hiedra
No puedo hallar la raíz
No puedo hallar la punta
Hay un alto muro de espinas
Hay un grueso muro de espinas
Alrededor de un castillo desconocido
Las espinas están cubiertas de flores
Cada flor es diferente
Pero su olor es el perfume
De un cuerpo que he perdido

V

Miles de pétalos blancos
Esparcidos en las aguas de las horas
Música de luz de luna mar ondeante
Sentimientos trillados
Desengaños y besos
Voces que cantan y voces
Lejanas en la playa brumosa
Junto a las fogatas
Cantando para siempre para siempre.


jueves, 3 de septiembre de 2009

Para mirar

George Areshidze. Autumn in the sky


Marcus Krackowizer. Self portrait


Peter Feichter. Mädle III

John Updike. Muerte de una perra.



Han debido patearla o quizás la golpeó

un carro sin darme cuenta. Muy joven

para saberlo todo, había comenzado a aprender

el uso de los periódicos regados en el piso de la cocina,

ganándose, con su orine, el elogio “perra inteligente, inteligente”.

Pensamos que su cautelosa enfermedad era una reacción

a la vacuna. La autopsia reveló un hígado destrozado.

Mientras intentábamos hacerla jugar, su piel se llenaba

de sangre y el corazón aprendía a yacer para siempre.

El lunes por la mañana, cuando los niños ruidosamente

desayunaban y eran enviados al colegio, se deslizó debajo

de la cama del más pequeño. La encontramos fláccida

y retorcida, pero viva. En el carro, camino del veterinario,

tendida en mi regazo, trató de mordisquear mi mano

y murió. Acaricié su cálida pelambre y mi esposa

en lágrimas la llamaba con voz imperiosa.

Aun rodeada del amor que hubiera podido nutrirla.

Sin embargo se hundió y al crisparse desapareció.

De vuelta a casa nos dimos cuenta que en la noche su cuerpo,

cercano a la consunción, había soportado la pena de una diarrea

arrastrándose por el piso hasta llegar a un periódico

dejado allí por azar. Perra inteligente.

Trad.: Douglas Palma

martes, 1 de septiembre de 2009

Bartolomeo Vanzetti : Último discurso en la corte.


He estado hablando mucho de mí mismo
y ni siquiera había mencionado a Sacco .
Sacco también es un trabajador,
un competente trabajador desde su niñez, amante del trabajo,
con un buen empleo y un sueldo,
una cuenta en el banco, y una esposa encantadora y buena,
dos niñitos preciosos y una casita bien arreglada
en el lindero del bosque, junto a un arroyo.
Sacco es todo corazón, todo fe, todo carácter, todo un hombre;
un hombre amante de la Naturaleza y de la Humanidad;
un hombre que lo dio todo, sacrificó todo
por la causa de la libertad, y su amor a los hombres;
dinero, tranquilidad, ambición mundana,
su esposa, sus hijos, su persona
y su vida.
Sacco jamás ha pensado en robar, jamás en matar a nadie.
Él y yo jamás nos hemos llevado bocado
de pan a la boca, desde que somos niños hasta ahora,
que no lo hayamos ganado con el sudor de la frente.
Jamás...
Ah, sí, yo puedo ser más listo, como alguien ha dicho;
yo tengo más labia que él, pero muchas, muchas veces,
oyendo su voz sincera en la que resuena una fe sublime,
considerando su sacrificio perpetuo, recordando su heroísmo.
Yo me he sentido pequeño en presencia de su grandeza
Y me he visto obligado a repeler
Las lágrimas de mis ojos,
Y apretarme el corazón
Que se me atorozonaba, para no llorar delante de él:
Este hombre al que han llamado ladrón y asesino y condenado a muerte.
Pero el nombre de Sacco vivirá en los corazones del pueblo
y en su gratitud cuando los huesos de Katzmann
y los de todos vosotros hayan sido dispersados por el tiempo;
cuando vuestro nombre, el suyo, vuestras leyes, instituciones
y vuestros falso dios no sean sino un borroso recuerdo
de un pasado maldito en el que el hombre era lobo para el hombre...

Si no hubiera sido por esto
yo hubiera podido vivir mi vida
charlando en las esquinas y burlándome de la gente.
Hubiera muerto olvidado, desconocido, fracasado.
Esta ha sido nuestra carrera y nuestro triunfo. Jamás
en toda nuestra vida hubiéramos podido hacer tanto
por la tolerancia, por la justicia, porque el hombre entienda
al hombre como ahora lo estamos haciendo por accidente.
Nuestras palabras, nuestras vidas nuestros dolores-
--¡nada!
La pérdida de nuestras vidas –la vida de un zapatero y un pobre vendedor de pescado-
¡todo! Ese momento final es de nosotros,
es agonía de nuestro triunfo.

(de antología de poesía norteamericana de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal)
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