martes, 12 de octubre de 2010
En mi oficio o mi arte sombrío... Dylan Thomas.
En mi oficio o mi arte sombrío
ejercido en la noche silenciosa
cuando sólo la luna se enfurece
y los amantes yacen en el lecho
con todas sus tristezas en los brazos,
junto a la luz que canta yo trabajo
no por ambición ni por el pan
ni por ostentación ni por el tráfico de encantos
en escenarios de marfil,
sino por ese mínimo salario
de sus más escondidos corazones.
No para el hombre altivo
que se aparta de la luna colérica
escribo yo estas páginas de efímeras espumas,
ni para los muertos encumbrados
entre sus salmos y ruiseñores,
sino para los amantes, para sus brazos
que rodean las penas de los siglos,
que no pagan con salarios ni elogios
y no hacen caso alguno de mi oficio o mi arte.
Versión de Elizabeth Azcona Cranwell
ejercido en la noche silenciosa
cuando sólo la luna se enfurece
y los amantes yacen en el lecho
con todas sus tristezas en los brazos,
junto a la luz que canta yo trabajo
no por ambición ni por el pan
ni por ostentación ni por el tráfico de encantos
en escenarios de marfil,
sino por ese mínimo salario
de sus más escondidos corazones.
No para el hombre altivo
que se aparta de la luna colérica
escribo yo estas páginas de efímeras espumas,
ni para los muertos encumbrados
entre sus salmos y ruiseñores,
sino para los amantes, para sus brazos
que rodean las penas de los siglos,
que no pagan con salarios ni elogios
y no hacen caso alguno de mi oficio o mi arte.
Versión de Elizabeth Azcona Cranwell
Realidad transmutada
Marcel Duchamp - Paysage fautif
Joseph Beuys - I like America and America likes me
Yves Tanguy - Multiplicacion de los arcos
La realidad es transmutada no ya en una representacion, sino en otra realidad que copa el espacio, bien del lienzo, bien del espacio expositivo. Argumenta y se hace imagen al mismo tiempo, representa una irrealidad como imagen posible y profetiza al presente. Las herramientas, ya matéricas, ya inmateriales, invitan a la reinvencion de criterios, que tratan de ser superados, pero que sólo muestran el girar de la búsqueda de expresion.
Ricardo Chitty
José Barroeta. Campos de naipe y de conejos.
A Teresa Bienvenida a mi boca al astro de mi paladar pequeña y grande abeja. Conocida en pleno verano, cuando lejos de mis amigos huía a cádiz en busca de cristóbal colón, mi gran hermano del agua y del viento antiguos que se aposentaban en mi carne como un millar de carabelas recién disparadas a la tierra de gracia por las nubes. Bienvenida, bienvenida mía, a esa tierra prohibida durante siglos por los teólogos, pero que mantuvo el reflujo del cielo doméstico en mis ojos mientras mi padre y mi madre hacían el amor en un lecho de rosas. Bievenida como los cometas que salen del paraíso, que bajan como tú alzando las manos semejantes al pavo real que custodia la ruina delirante del santo de asís en la niebla de oviedo. Semejante tú al vuelo del pájaro que asedia la atmósfera, a la heridas rojas de mi país en el amanecer. Bienvenida abeja al cáliz del granado que cultivo para ninguna guerra. Bienvenida a este mi país, mi casa, mi día de ayer y de hoy. Bienvenida al fluir de los ríos, al arca de noé, al vientre de mis hijas, al poema de las praderas rojas, a la luz de la biblia, a los campos de naipes y conejos. Bienvenida porque soy un delirante que ando vestido de boscajes. Bienvenida porque el día de verano deja olor a sirenas, a pastos de luna de málaga. Yo soy el cofre: me llaman el hijo de la copa de huesos de la
pandilla de lautréamont.
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