domingo, 25 de julio de 2010

Para mirar

Untitled. - Jerry Uelsmann


House.- Eija-Liisa Ahtila


  Alice part. 5 - Danapra

Dos poemas

Max Ernst. La Florêt

La hora árida
y ninguna puerta que abrir.
Este combate, sin epílogo
nos salva


Minados por el odio
triturados por tanta violencia
el alma se derrumba y
el corazón se cae.
Gemimos sin voz

Yubirí Rosales


Alan Watts

Longevity and peaches. Tang San

El 16 de noviembre de 1973 murió Alan Watts y eso quiere decir que hace 36 años terminó su exultante vida. Un orientalista muy popular entre los años cincuenta, sesenta y setenta. En Venezuela se hizo muy conocido en los ochenta por estar girando entre libreros y compradores de libros. Un autor sumamente importante para entender el movimiento contracultural y el movimiento orientalista, aunque con muchos detractores: a los ojos de los izquierdistas era un tipo muy “azul”, a los ojos de los derechistas un desvergonzado, a los ojos de los académicos resultaba ligero, a los ojos de los espirituales resultaba inmoral, a los ojos de los filósofos parecía un pensador de autoayuda, a los ojos de los orientalistas parecía un charlatán, en fin, sus detractores lo consideraban poco recomendable. Sin embargo, y para contradecir a sus detractores, a mí me parece una de las mentes más claras del siglo XX. Gracias a Watts, no sólo comprendí muchos aspectos de la civilización actual en Occidente,sino que además me permitió acceder a las culturas orientales. Igualmente me resultó muy favorable en la comprensión de las limitaciones del pensamiento en relación a la realidad. Ciertamente él realizó un gran aporte que muchos estudiosos ignoran o no pudieron comprender, y que consiste en establecer un equilibrio entre razón e intuición. Quizá influyó negativamente en su imagen la confusión proveniente de la idea de que la contracultura era una destrucción de lo establecido, pero por el contrario lo que proponía ese movimiento era poner en práctica la cultura del sentido común. El motivo era exponer la idea de que el racionalismo había originado una gran confusión y que era necesario esclarecer dicha confusión para acceder a una vida plena. Cuando hablaba de la vida plena se refería a la vida sencilla y no al desarrollo de la autoestima a la manera del pensador de autoayuda, no; era el equilibrio de la interioridad. Después de la segunda guerra mundial era necesario, pues, recuperar el equilibrio interior para aprehender la realidad con todos sus matices. Así que no se trataba de destruir el sistema sino de permitir una armonización y una conciliación, por ejemplo el equilibrio entre el Oriente y el Occidente, entre el trabajo y el ocio, entre el deber y el placer, en fin, encontrar el balance entre los opuestos. Por ello el movimiento hippie se apoyó en este intérprete del momento que vivía el mundo, que había nacido en Inglaterra y que posteriormente se mudó a California, según la iconografía de la contracultura y del hippismo. Ahora, no se le puede confundir con un hippie, más bien con un presocrático o con un pensador chino o con un bibliotecario de la época helenística. Esta característica lo hacía asequible e inasequible al mismo tiempo. Ser un facilitador alimentó el prejuicio, es decir, el prejuiciado jamás podría imaginar que un autor facilitador sería portador de una verdad esencial: no todo se puede explicar.

Sin embargo, como buen occidental se dedicó a explicar esa realidad de lo inexplicable. En cierto modo Watts es un continuador del fundador de la escuela tradicionalista, René Guenón, aunque con la diferencia de que Watts le otorgó una gran importancia, al igual que el budismo, a la realidad contingente, esto utilizando las disciplinas profanas según el maestro francés. En realidad entendemos que para Guenón la tradición contiene a la contingencia y la supera por su condición de totalidad. Es importante aclarar que la escuela tradicionalista no es conservadora. La escuela tradicionalista y el conservadurismo no son sinónimos. Lo que manifiesta esta escuela es que en la tradición está todo, y que en consecuencia no se necesita inventar nada. Esta postura nos remite al concepto de “reinvención”, que, por cierto, no es éste el lugar para desarrollarlo. Así, Watts se apoya en el camino abierto por el maestro francés y al mismo tiempo se aleja de ese camino porque intenta explicarnos la confusión que tenía con sus propias medicinas, es decir, en el fondo las disciplinas profanas son una herramienta para experimentar lo sagrado. Ese es el salto que da Watts, el mismo que Foucault, Russell, Derrida, Horkheimer, entre otros pensadores de nuestro tiempo, no quisieron dar, quizá porque tendrían que haber abandonado sus discursos. Siempre recordaré lo que una amiga filósofa me decía: que el pensamiento oriental sirve para la vida pero no es sistematizado como discurso; yo le decía que era cierto, pero que una filosofía de la vida es igualmente discurso, sólo que no depende enteramente de él. Ciertamente la filosofía es discurso, pero igualmente sistema. El área del filósofo en buena medida es ordenar las ideas, los conceptos y los discursos, al ordenar se sistematiza, pero aunque a simple vista no lo parezca, esa cualidad está contemplada por el pensamiento oriental, lo que ocurre es que no está remitida exclusivamente a lo abstracto sino a la experiencia física con aquello que no es pensamiento. Para buena parte del pensamiento filosófico contemporáneo eso no es posible, porque todo es “prejuicio”. Watts, con las mismas herramientas que estos pensadores, nos dio una clave: sin equilibrio entre lo abstracto y lo real, entre la razón y la intuición, no es posible la vida plena, y sin una vida plena no hay concepto que valga.

 
Ricardo Chitty

miércoles, 21 de julio de 2010

Leopoldo María Panero



Canción de la belleza mejor.

¿Tan alegre estás tú que te has quedado,
corazón, sin palabras?
¿Ya no sabes decir? ¿Hablar no sabes
como ayer? ¿Estás mudo
para siempre y en paz? ¿No ves los ojos
más dulces cada día que cantaste;
la frente un poco triste, levantada
pálidamente hacia el cabello leve,
la cabeza de niña...?
¿No es mejor y más honda su belleza?
¿Tan alegre estás tú que te has quedado
ciego como al andar sobre la nieve?
¿No ves ya su hermosura? ¿No la sabes
decir? ¿Estás callado
para mejor soñar lo que has vivido?
¿No queda primavera entre tus huesos?
¡Oh vida retirada en lo más dulce!
¡Oh límite en penumbra, casi el alma!


Hembra

Hembra que entre mis muslos callabas 
          de todos los favores que pude prometerte
te debo la locura.

"Consejos, sentencias y donaires de Juan de Mairena y de su maestro Abel Martín" por Antonio Machado.



Sólo en el silencio, que es, como decía mi maestro, el aspecto sonoro de la nada, puede el poeta gozar plenamente del gran regalo que le hizo la divinidad, para que fuese cantor, descubridor de un mundo de armonías. Por eso el poeta huye de todo guirigay y aborrece esas máquinas parlantes con que se pretende embargarnos el poco silencio de que aún pudiéramos disponer.
...
Fugit irreparabile tempus. He aquí un latín que siempre me ha preocupado hondamente. Pero mucho más este dicho español: dar tiempo al tiempo. Meditad sobre lo que esto puede querer decir.
...
Ayudadme a comprender lo que os digo, y os lo explicaré más despacio.
...
Aprende a dudar, hijo, y acabarás dudando de tu propia duda. De este modo premia Dios al escéptico y confunde al creyente.
...
Nunca peguéis con lacre las hojas secas de los árboles para fatigar al viento. Porque el viento no se fatiga, sino que se enfada, y se lleva las hojas secas y las verdes.
...
Escribir para el pueblo –decía mi maestro– ¡qué más quisiera yo! Deseoso de escribir para el pueblo, aprendí de él cuanto pude, mucho menos, claro está, de lo que él sabe. Escribir para el pueblo es escribir para el hombre de nuestra raza, de nuestra tierra, de nuestra habla, tres cosas inagotables que no acabamos nunca de conocer. Escribir para el pueblo es llamarse Cervantes, en España; Shakespeare, en Inglaterra; Tolstoi, en Rusia. Es el milagro de los genios de la palabra. Por eso yo no he pasado de folklorista, aprendiz, a mi modo, de saber popular. Siempre que advirtáis un tono seguro en mis palabras, pensad que os estoy enseñando algo que creo haber aprendido del pueblo.
...
Cuando los hombres acuden a las armas, la retórica ha terminado su misión. Porque ya no se trata de convencer, sino de vencer y abatir al adversario. Sin embargo, no hay guerra sin retórica. Y lo característico de la retórica guerrera consiste en ser ella la misma para los dos beligerantes, como si ambos comulgasen en las mismas razones y hubiesen llegado a un previo acuerdo sobre las mismas verdades. De aquí deducía mi maestro la irracionalidad de la guerra, por un lado, y de la retórica, por otro.
...
Aprendió tantas cosas –escribía mi maestro, a la muerte de un amigo erudito–, que no tuvo tiempo para pensar en ninguna de ellas.
...
No olvidéis que es tan fácil quitarle a un maestro la batuta, como difícil dirigir con ella la quinta sinfonía de Beethoven.


jueves, 1 de julio de 2010

Percy B. Shelley



 
El 22 de Julio se cumplirán 188 años de la muerte de Percy B. Shelley, y el 4 de Agosto se cumplen 218 de su nacimiento. Un poeta tremendamente particular que, a diferencia de sus coetáneos romanticistas, perfiló una de las mejores técnicas poéticas de todos los tiempos. Resulta sorprendente el que al manejar la estética volátil y vaporosa del ensueño, junto a la mistificación de la realidad, tuviese la particularidad de conformar una métrica tomada de la versificación clásica para conseguir efectos que expresaran sus experiencias visionarias. Como Baudelaire, quien tomó de la métrica clásica la templanza para conseguir con la musicalidad del idioma francés una dinámica distinta. Aunque Baudelaire trabajó con el desencanto ante el avance mecanicista y con la disonancia para expresar el choque con el mundo utilitario. Para Shelley el mundo todavía es un cuerpo orgánico, y aunque percibe su banalidad, encuentra en lo primigenio un balance. Su ensoñación no es un mero producto, es una experiencia entre la interioridad y el entorno. A diferencia de los neoclásicos y de Baudelaire, tenía la vitalidad de una caminata a campo traviesa. Si bien es cierto que el espíritu de Shelley es sin duda extremadamente valioso y le da la impronta de ser uno de los mejores poetas de todos los tiempos, no debemos equivocarnos, su técnica es demasiado eficiente para trasmitirnos las aprensiones y sensaciones que su espíritu supo asimilar. Como siempre, todo buen poeta es el producto de un balance.

Ricardo Chitty

ADONAIS. Percy B. Shelley

XXXII

A pardlike Spirit beautiful and swift -
A Love in desolation masked; -a Power
Girt round with weakness; -it can scarce uplift
The weight of a superincumbent hour;
It is a dying lamp, a falling shower,
A breaking billow; -even whilst we speak
is it not broken? On the withering flower
The killing sun smiles brightly: on a cheek
The life can burn in blood, even while the heart may break.


Un alma de leopardo bella y ágil
un amor disfrazado de tristeza
una fuerza aparentemente débil
que apenas si podía alzar el peso
de su restante hora mortecina
llama, lluvia fugaz, ola estrellada
cual la palabra quiébrase en los labios
sobre la mustia flor sonriente luce
el sol al darle muerte, en la mejilla
arde la vida en sangre, sin que importe
que el corazón se esté resquebrajando.
(Traducción de Vicente Gaos)

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