domingo, 25 de julio de 2010

Dos poemas

Max Ernst. La Florêt

La hora árida
y ninguna puerta que abrir.
Este combate, sin epílogo
nos salva


Minados por el odio
triturados por tanta violencia
el alma se derrumba y
el corazón se cae.
Gemimos sin voz

Yubirí Rosales


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