martes, 27 de octubre de 2009

Miyó Vestrini. Té de manzanilla. (Al "Chino" Valera Mora)





Mi amigo,
el chino,
escribió una vez sobre cómo se sientan
y caminan
las mujeres después de hacer el amor.
No llegamos a discutir el punto
porque murió como un gafo,
víctima de un ataque cardíaco curado con té de manzanilla.
De haberlo hecho,
le habría dicho que lo único bueno de hacer el amor
son los hombres que eyaculan
sin rencores
sin temores.
Y que después de hacerlo,
nadie tiene ganas
de sentarse
o de caminar.
Le puse su nombre a una vieja palmera africana
sembrada junto a la piscina de mi apartamento.
Cada vez que me tomo un trago,
y lo saludo,
echa una terrible sacudida de hojas,
señal de que está enfurecido.
Me dijo una vez:
La vida de uno es una inmensa alegría
o una inmensa arrechera.
Soy fiel a los sueños de mi infancia.
Creo en lo que hago,
en lo que hacen mis amigos,
y en lo que hace toda la gente que se parece a uno.
A veces nos quedamos solos
hasta muy tarde,
hablando de los gusanos que lo acosan
y del terrible calor que le entra todos los días
en esa arena y resequedad.
No ha cambiado de parecer:
un hambriento,
un desposeído,
puede sentarse y hacer amistad con Mallarmé.
Lautréamont nos acompañó una noche
y le dio la razón al chino:
la poesía debe ser hecha por todos.
Y llegaron los otros:
Rubén Darío mandando en Nicaragua,
Omar Khayyam con sus festejos,
Paul Eluard uniendo parejas de amantes.
Entre todos,
sumergimos al chino en la piscina, bajo la luna llena,
y se puso contento
como cuando tenía un río,
unos pájaros,
un volantín.
Ahora está arrecho otra vez,
porque le llevan flores
mientras trata de espantar a las cucarachas.
Quería que lo enterraran en Helsinki,
bajo nieves eternas.
Le dio la vuelta al mundo,
pasando por Londres donde una mujer lo esperaba,
y a su regreso,
tomó un té de manzanilla.
Él,
que amaba tanto las sombras,
ya no pudo trasnocharse.
Lúcido y muy hipócrita,
tenía un miedo terrible a morirse en una cama.
Sé,
porque me lo escribió en un papelito,
que la frase que más le gustaba era de David Cooper:
la cama es el laboratorio del sueño y del amor.

lunes, 19 de octubre de 2009

Para mirar

Sam Taylor-Wood - Self portrait as a tree


Weegee - Lovers



Salgado - Duelo

viernes, 16 de octubre de 2009

Alfredo Silva Estrada (1933 - 2009) In memoriam

Antes de partir

Antes de partir
No te detengas a mirar
Estas sábanas en desorden
Y ese vaso
Donde tantas veces uno ha bebido

Busca más bien
Los horizontes que puedas tejer como estambres
Los pájaros que comen sobre los hombros de los ciegos
Y esa ruta que te lleve
Como una escritura


Tiempo de vislumbres

El tiempo en contracción relámpago de hacer
Hacia las fuentes tantas puertas libres

Despiertas doncella en la copa roja
Y en el cobijarte con los signos

¿Cuándo vuelves bajo el ropaje de la tarde
O en el preludio donde te detienes?


Algo que diga ...

Algo que diga este transcurrir envolvente
(un niño nombra el objeto que nace entre sus manos)
viento tachado en su emerger lo posible
la cercanía de tu mano
a la altura de vallas descerrajadas
crea estaciones
donde el instante sabe como a fruto de infancia



martes, 13 de octubre de 2009

Waldo Bastías. Autopistas.



En la frenética velocidad
de una autopista
siempre encuentras
inesperados paisajes

Emociones desconocidas
y oscuros miedos
acechan al viajero

Jaurías de carros
autobuses y camiones
se persiguen
en una endemoniada cacería

No hay piedad

Sólo la violenta belleza del rock
y la visión del fiero mundo
permiten saborear
el paisaje brutal
de una autopista

¿Qué mejor forma para decir adiós
que fundirse a doscientos
kilómetros por hora en gasolina
la ardiente sangre
de las autopistas?

Mientras tanto
aún puedo ver los montes
las verdes praderas
También algunas aves
atraviesan el cielo caliente
de la tarde

La música golpea mis oídos
y me envuelve
Detrás de mí
una marea de fuego devorador
avanza.

Poema de Jaime Betancourt



es cierto
vengo de recorrer lo inaplazable
de vengar al asesinado espíritu del amor
de esperar paciente ante las cenizas
del Fénix inmemorial
y de tan cierto es
que una aureola pende sobre el filo
de mi espalda
y dos pupilas desteñidas
zumban hacia el horizonte.

viernes, 2 de octubre de 2009

Lo particular de Jorge Ibargüengoitía


Jorge Ibargüengoitia es un escritor que dejó una obra para mi muy valiosa y, no dejaré de insistir en ello, por razones artísticas. Me impresiona el que haya surgido en el contexto del boom latinoamericano con una condición discreta. Por supuesto, era reconocido en el ámbito, pero muchos otras autores latinoamericanos eran más leídos y populares. Uno incluso accedió a él por razones académicas, aunque desde desde el primer momento distinguí en él su capacidad de ser somero en el relatar y diáfano en la estructura. Lo hacía de un bien que me permitió contrastarlo con la literatura latinoamericana de entonces, más dada a estructuras complejas y a la narración sobrepuesta, disgregativa y variable. Sí, era somera su forma de narrar, porque iba directamente a los hechos. Podríamos decir que Ibargüengoitia es otro excelente ejemplo de narración llana. Al mismo tiempo mostraba cómo somos los latinoamericanos, como colectivo y como individuos. Aunque no llegaba a ser intimista, nos mostraba una faceta o una visión no sólo de un latinoamericano, sino de una persona que vive una experiencia que le pertenece a él. Digamos que ese carácter mágico destacado por buena parte de nuestra literatura continental, no estaba en sus personajes. Lo he dicho en otras ocasiones, la literatura latinoamericana es muy vasta y rica, hasta el punto de que aparece un autor como Ibargüengoitia, casi naturalista, con un lenguaje sin metaforizaciones y completamente clásico en el manejo de sus estructuras. Por supuesto, en algunas de sus obras experimentó con estructuras más complejas, pero, sin duda su fuerte fue la simpleza. Interesante que sea un ejemplo de nuestra riqueza, pues es un autor que, a pesar de que utiliza los mismos planteamientos del boom, consigue diferenciarse de los más representativos de ese movimiento.

Sus cuentos, novelas cortas y artículos de prensa son muy agradables de leer, y al mismo tiempo, te dejan lo que le interesó destacar. Eso es muy importante porque a pesar de lo asequible su mensaje suele ser duro. Sobre todo realista, no en términos politiqueros, de lo cual siempre se cuidó con mucho acierto, sino en términos políticos. Justamente supo mostrarnos las fallas civilizatorias mediante una expresión, además, graciosa o risible, sin dejar de destacar cierto grado de sarcasmo que nos mostraba la posibilidad de ser sutiles o de saber, los latinoamericanos, mostrarnos con amplias posibilidades de expresión al representar nuestra realidad. Gran logro y muchas veces no resaltado en su justo valor.

Ricardo Chitty

Para mirar


Berthe Morisot. Femme et sa toilette.


John Waterhouse. Hylas and the Nymphs


Ingres. Odalisque


Hans Magnus Enzensberger. Poesía para los que no leen poesía.




Decreto de aplicación

DEL ARTÍCULO 5, PÁRRAFO 3 GG
& 1. El arte es libre.
& 2. Se prohíbe al artista
ser inofensivo, discreto,
buen marido
con ingresos regulares.
& 3. El artista está obligado
a ser insoportable.
Con sus intervenciones
como aguafiestas asocial,
mártir ofendido,
náusea legendaria,
tiene que molestar, aburrir
y distraer a inofensivos, discretos,
buenos maridos
con ingresos regulares,
toda una vida.


la alegría

ella no quiere que se le mencione
se niega a que la pongan en papel
no tolera profetas
es una extraña
pero yo la conozco bien

ella echará por tierra
todo lo establecido
no mentirá
siempre está peleando

sólo por ella estoy justificado
es mi única razón
mi razón de estado
y no me pertenece

ella es obstinada y extraña
yo la encierro
y la oculto
como un defecto

ella es una fugitiva
no es para compartirla
ni para guardarla para mí solo

yo no guardo nada para mí
con ellos comparto todo cuanto poseo
un día me abandonará

otros serán los que la encierren
hasta que emprenda bajo la noche
su largo vuelo hasta la victoria.


para un libro de estudios superiores

no leas odas, hijo mío: lee los horarios de trenes.
son más exactos. despliega las cartas de navegación
mientras te queda tiempo. abre los ojos. no cantes.
vuelven los días en que clavarán
listas sobre las puertas y marcarán
el pecho de los que digan no.
aprende, mejor que yo, a pasar inadvertido.
cambia de barrio, de pasaporte, de cara.
haz el aprendizaje de una pequeña traición,
de la sucia salvación cotidiana.
las bulas son buenas para encender el fuego,
buenos los manifiestos para envolver mantequilla y sal.
te harán falta mucha cólera, mucha paciencia
para soplar en los pulmones del poder
el fino polvo asesino molido por aquellos
que mucho han aprendido,
por quien es exacto, por ti.

Una nota sobre la estética de la poesía de los ochentas en Venezuela.

Estate. Robert Rauschenberg


En los años ochenta ocurrió en Venezuela un proceso interesante en nuestra poesía. Desde los días de nuestro modernismo, habíamos cultivado asiduamente la poesía francesa, ello no quería decir que no se conocieran otros autores de otras lenguas, sino que era la poesía francesa la que, a través de los simbolistas y los surrealistas, parecía ofrecer la mejor posibilidad para acceder a la modernidad. Venezuela, después de la cultura hispana, poseía una gran influencia de la cultura francesa, y en nuestra afición por su poesía tenemos una prueba de esa realidad. Incluso a partir de los años cincuenta, la poesía venezolana se relanza con una aspiración de actualidad que asimilaba los logros de los poetas de vanguardia francesa y los poetas surgidos de ella, que intimaban procesos que los vanguardistas habían rechazado, es decir, los poetas franceses habían logrado abrir nuevas posibilidades expresivas con las vanguardias y, al mismo tiempo, habíase derivado de tales posibilidades una conciencia poética que encontraba necesario volver a principios que las vanguardias habían desechado. Así, los poetas posteriores a la primera guerra mundial comenzaron a transformarse y, hasta antes de la segunda guerra mundial, forjaron una contemporaneidad más amplia, donde los valores poéticos se reinventaban. Justamente desde los cuarenta y todos los cincuenta, la poesía venezolana asimiló rápidamente esas manifestaciones y pudo reinventar el legado hispánico clásico y moderno y el legado del simbolismo francés con nuevas posibilidades. Desde entonces la poesía venezolana sostuvo un desarrollo contínuo bajo la influencia francesa. Sin embargo, en los ochenta la poesía de habla inglesa se puso de moda, especialmente por la poesía conversacional, por la reinvención del modernism británico y por los poetas norteamericanos contemporáneos. En esa década yo estaba igualmente interesado en la poesía conversacional, aunque sin desmedro de la poesía francesa. En ese contexto, surgió el hallazgo de dos poetas de lengua alemana: Gottfried Benn y Hans Magnus Enzensberger. Este último había sido traducido al castellano en una antología titulada “Poesía para los que no leen poesía”.

En los ochentas, muchos poetas aprovecharon esa tendencia por la prosodia para decir unos disparates sobre la poesía que demostraban una pobre conciencia poética, sobre todo porque obviaban que la poesía conversacional, igualmente posee cualidades fundamentales de la poesía, como la musicalidad, ritmo, cadencia, imágenes y metaforización. No entendían que aunque la prosodia no respetaba la métrica absoluta, permitía variables métricas que dependían del sentido, pero articulaban cierta periodización de acentos que originaba una melodía y un ritmo particular. En realidad, Enzensberger logra mostrarnos las posibilidades de lo conversacional y nos da la impresión que lo hace desde la perspectiva no poética y consigue resultados poéticos. La poesía alemana, a pesar de que muchos de sus clásicos son conocidos, en los ochentas y aún hoy día, no tiene mucha relevancia. En aquellos días el contacto con Enzensberger me demostró que la poesía conversacional podía enarbolar imágenes crudas y carentes del brillo del esplendor de la musicalidad o de la metaforización, pero con el encanto de la condensación de la realidad. Creativo procedimiento de utilizar al sentido como imagen. Ironizar con lo evidente como si el carácter poético fuera un recibo de mensualidad o transacción de cajero automático.


Ricardo Chitty

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