Rainstorm over the Sea, 1824-28,
John Constable
Si hay algo que caracteriza la novela de habla inglesa es la temática del mar. Las historias marinas siempre han recibido un tratamiento que pereciera predominar sobre cualquier otro. Conrad es un continuador de esa temática y quizá, si la memoria no me falla, el último gran representante de las historias marinas. Cuando toda una novelística se concentra en los asuntos urbanos y rurales, como reflejando las condiciones de vida contemporáneas, él se ha ido hacia el mar para lograr lo mismo. Primero como marino y después como narrador. Quizá ya el hecho de que un polaco decidiera en un país sin costas hacerse marino, nos muestra un rasgo interesante. Su esposa comenta que una de las características suyas consistía en ir siempre contracorriente, hasta el punto de comportarse como un chiquillo. Ella da un ejemplo muy demostrativo: si llegaba a un lugar y en este no había suficiente agua, Conrad decidía, ante las restricciones, en vez de darse un baño, como habitualmente lo hacía, darse dos. Hay una aptitud de rebelarse ante las imposiciones que nos permite pensar que le gustaba saltarse los límites. Muchos de sus personajes son solitarios, personas alejadas de la civilización o que huyen de ella. Individuos derrotados, fracasados y que muestran una nobleza extraña, porque apenas uno puede hacerse una idea de ella, luego de que la historia los ha hecho participar en actividades oscuras y situaciones ordinarias. Las islas, las costas, la vastedad del mar, parecieran ser los escenarios perfectos para estos personajes, siempre en busca de una salvación, de un retorno a una estabilidad perdida. Lawrence decía en sus cartas acerca de Conrad, que se trataba de un artista pesimista y por ello no le gustaba. Siempre tan diáfano, Lawrence nos ha señalado no un defecto sino una cualidad, pues ese pesimismo de Conrad era necesario para exaltar el valor del ser humano. Entiendo a Lawrence, pero yo le diría que él tiene mucho en común con el polaco-británico, sobre todo porque la gran importancia de este último radica en valorar al ser humano, coincidiendo con lo que el propio D.H. sugería al comparar la vitalidad con la sangre y el corazón. En definitiva, esa parte concreta del hombre que había que revalorizar. Es así que el autor marino se concentra en lo esencial, con lo valeroso del individuo que se rebela contra la aplanadora que se ha instaurado vulgarizando la vida. No puede ser más evidente ese vínculo que incluye a un tercero: Henry Miller. Es interesante palpar que, a pesar de sus diferencias, estos autores apuestan por la revitalización de lo humano y que el marinero-escritor tenga las cualidades bien provistas para incluirse en una lista que desde Daniel Defoe, ha tenido representantes como Jonathan Swift, Edgar Allan Poe, Herman Melville, Robert Louis Stevenson y Jack London, que nos muestran su vitalidad como un mar.
Extracto del ensayo sobre Joseph Conrad incluído en el libro "El imperio de la novela"
Ricardo Chitty
interesante la relación de miller con conrad. Me pregunto que se verá desde esa luz en el mar de aquel libro de Miller sobre Grecia y las islas griegas.
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