jueves, 4 de junio de 2009

La extrañeza de Remy de Gourmont


Obra: Flores.
Autor: Bárbaro Rivas

Remy de Gourmont es uno de esos escritores para sacar a relucir en alguna reunión de gente culta, aunque una reunión así es, en este momento, mucho más extraña que el propio autor francés. Pero digamos que en esas reuniones de gente culta y para quien la cultura literaria es muy preciada resulta un autor bien útil para ufanarse. Al igual que otros autores franceses como Jean Cocteau, Blaise Cendrars, Celine, Huysmans, Daumal, Laforgue; entre otros. Ellos, independientemente de ser diferentes en sus propuestas y de no coincidir en la misma época, son muy útiles para presumir, pues son autores leídos por cierto tipo de lectores poco frecuentes. Así, la calidad de Remy de Gourmont es una garantía de que sacarlo a relucir para presumir de acucioso lector asegura el éxito.
Hubo un tiempo en que la literatura francesa era muy popular en Venezuela, y se buscaba el poder diferenciarse del gusto por los grandes clásicos franceses, tanto del siglo XIX como del XX. Así, estos autores mencionados arriba y el propio Gourmont fungian como pruebas de que se conocía mucho más profundamente a la literatura francesa. Lo importante, sin embargo, es la calidad de su obra.
Al igual que Henry James, este autor francés, nacido con labio leporino, misterioso y escurridizo, realizó una obra de transición muy valiosa para comprender la evolución de la narrativa del siglo veinte. Digamos que en realidad sus aportes sólo han sido posibles, al igual que los de James, por su convicción de que el naturalismo no era lo suficientemente apto para expresar una realidad tan compleja como la contemporánea. De modo que ambos supieron detectar los límites del positivismo y de la ciencia para expresar ciertos estados y ciertas condiciones psicológicas del ser humano. Gourmont en particular, con la intención de demostrar el misterio como fundamento de la vida, desarrolló situaciones y escenas en el propio mundo urbano y cosmopolita de París como si se tratara de una dimensión paralela de plano sutil.
Ahora, no es similar su propuesta a la obra de James, dedicada al misterio, simplemente son comparables porque fueron más allá del naturalismo y buscaron en la realidad aspectos sutiles, y ello los convirtió en un puente entre la narrativa del siglo XIX y del siglo XX. Sin embargo, Remy de Gourmont resulta, sin duda, mucho más particular porque escribió con cierto sentido del género limítrofe, es decir, a medio camino entre la novela y el cuento. Es un autor al cual el concepto de narrativa, como se viene utilizando actualmente, y en cierto sentido, como construcción de un mundo o creencia verbal o como una reconstrucción verbal de la realidad, le cuadran. Pareciera centrarse más en el tema y en la propia escritura que en el género canónicamente. Actitud que luego utilizarían los narradores o prosistas de las vanguardias, como Benjamin Peret y Louis Aragón.
Este autor realizó una obra de transición muy importante para comprender la evolución de la narrativa del siglo XX. Digamos que sus aportes demuestran una característica mítica-mística-fantástica, para decirlo de algún modo, particularísima, y que en buena medida, se aparta del realismo, del impresionismo literario y del naturalismo del siglo XIX. Parece que Gourmont era el más misterioso de todos. Enclaustrado como Proust, incluso hasta más que Marcel, quien estaba condicionado por su enfermedad, en su caso su vínculo con el espacio cerrado era un hábito y quizá en esto influía su labio leporino. No lo sabemos, pero sí sabemos de su destreza con la escritura.

Ricardo Chitty

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