lunes, 27 de julio de 2009

Marcello Mastroianni. Mi primer encuentro con Fellini.


“Tuvo lugar en la playa de Fregene, donde Federico tenía una villa, cuando me llamó para hacer La dolce vita. A pocos pasos de nosotros, bajo una sombrilla, estaba Ennio Flaiano, por entonces su estrecho colaborador en la redacción de los guiones. Naturalmente, yo estaba muy emocionado. Y Fellini, con aquel aire de encantador de serpientes, aquella vocecilla que sonaba como una flauta mágica, exclamó de inmediato: -¡Ooooh, mi querido Marcellino!- (Siempre utilizaba diminutivos, en mi opinión porque le servían también para mantenerte «calmado»). -Querido Marcellino, me alegro mucho de verte. Tengo un proyecto para rodar una película; el productor es Dino De Laurentiis. De Laurentiis quisiera a Paul Newman para el papel de protagonista. Ahora bien, Paul Newman es un gran actor, una estrella, desde luego, pero es demasiado importante. A mí me sirve una cara cualquiera-. Yo no me sentí en absoluto vejado. -Muy bien, arreglado. La cara cualquiera soy yo-.

—Pues sí, porque el personaje es una especie de mariposón. No tiene que tener la personalidad de Paul Newman.

—Perfecto— repuse. Luego, para darme un mínimo de tono, un poco de dignidad, dije —Siento una gran curiosidad por echar un vistazo al guión.

Quería dármelas de profesional, naturalmente. —¡Por supuesto!- Fellini sonrió y llamó a Flaiano.
—Ennio, ¿te importaría traerle el guión a Marcellino?

Ennio Flaiano, con aquel aire guasón que tenía, me trajo una carpeta. La abrí. No había nada dentro. Tan sólo una de las caricaturas que Fellini dibujaba continuamente: en ella había representado a un hombre que nadaba en medio del mar, con un sexo larguísimo que llegaba hasta el fondo; y alrededor del sexo, como en las películas de Esther Williams, evolucionaba un ballet de sirenas. Yo, naturalmente, me sonrojé, no sé, me puse amarillo, verde, de todos los colores. Me sentí como si estuvieran tomándome el pelo. Comprendí que pedir el guión había sido demasiado pretencioso. ¿Qué podía decir?

—Me parece muy interesante, mucho. Acepto, ¿dónde tengo que firmar?”

En: Mi ricordo, si, io mi ricordo

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