miércoles, 15 de abril de 2009

Final del cap. XIV de la novela "Vínculo"


El resplandor azul en el sureste se acerca y con unos cuantos tragos de cocuy encima, siente la llegada de las gotas golpeando lo que encuentran a su paso. Otra vez un fuerte aguacero se desata, pero este tiene los flamazos impresionantes del rayo. Luego de unos cuantos fogonazos estruendosos de luz, Luisa y Mario aparecieron en la sala, donde el ventanal de cristal mostraba los gestos monstruosos del bombardeo celeste iluminando a Enrique. Este, sentado en una butaca, les dijo: Bienvenidos, esta es mi casa. Ellos comentaron que se trataba de una tormeta eléctrica y él les manifiesta que en época de lluvia aquí eran muy frecuentes. Ella estaba en pantalon corto y con el cabello recogido. Se sentó con las rodillas hacia su cara. Los pies descalzos en el sillón. Esta es otra Luisa. Mario se alejó hacia el cuarto. Hacía frío y quizá había ido a buscar abrigos. El sistema eléctrico estaba desconectado y tuvo que usar fósforos para iluminarse el camino. Esas luces amarillentas y temblorosas desaparecieron y dejaron el lugar en penumbras. Mientras comentaba Enrique la influencia que producía este espectáculo intimidante. Por unos segundos, un resplandor reflejó la mirada de Luisa hacia él y esa mirada era, igualmente, un fogonazo. Los ojos de ella hollaron algo interno. Algo inubicable y propiamente agudo. Enrique dejó de hablar y de nuevo dos fogonazos recibió; el del rayo y el de sus ojos. Ahora, estaba tocado en un lugar interno, perfectamente ubicable y propiamente grave.

Ricardo Chitty

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